viernes, 18 de agosto de 2017

Abracadabra (2017)


Pablo Berger, director entre otras de Torremolinos 73 y la muy premiada y excelente Blancanieves, nos trae ahora una cinta algo inclasificable que empieza siendo una comedia y se va transformando en un drama bastante curioso donde hay fantasmas asesinos, mezclado por medio con la hipnosis, la esquizofrenia, el amor deteriorado con el paso de los años, otros amores extraños que florecen, etc., y bueno, el resultado está bastante bien, teniendo en cuenta que es fácil caer en lo trivial cuando se afrontan temas así, pero creo que Berger sale airoso, y desde luego el final nos deja claro su pensamiento.


La historia trata de Carlos (Antonio de La Torre), un gruísta de obra fanático del fútbol y seguidor del Real Madrid, cuya personalidad es agresiva, es bastante gañán, e ignora a su hija y mujer Carmen (Maribel Verdú) hasta el punto de llegar tarde a una boda por coincidir con un Madrid-Barsa. Durante el banquete de la boda, el primo de Carmen, Pepe (José Mota) realiza una sesión de hipnosis a Carlos, de la que sale riendo sin aparentes consecuencias, pero empieza a atravesar una crisis, que se materializa en días posteriores adoptando una personalidad completamente opuesta, ayudando en las tareas domésticas, con su hija en los deberes, y es un bailongo excepcional. Un espíritu ha entrado en su cuerpo para quedarse.


Lo que en principio no pasaba de ser una broma, empezará a convertirse en un auténtico tormento en la vida de Carlos, quien tendrá problemas en el trabajo, y la relación con su mujer e hija se verán afectadas. Sin duda, un caso al que Iker Jiménez no dudaría en dar cobijo en su programa de televisión, pero que aquí hace que el propio argumento se tambalee en la cuerda floja durante bastante tiempo del film. Los personajes son algo exagerados, a pesar de sus buenas actuaciones, hablamos de una familia de un barrio del sur de Madrid, ella algo choni, él típico currela machista y la niña "La Toñi" adolescente repelente bastante perdida, pero no tonta. Luego está el esperpéntico personaje de Josep María Pou, el profesor de hipnosis de Pepe, al que acuden pidiendo ayuda y que hará por momentos que dudes de si el tema de la hipnosis es un cachondeo, lo que provoca descreimiento, o si realmente tiene su lado serio.


Carmen y su primo Pepe se ponen manos a la obra para intentar sacar a ese espíritu que habita en el cuerpo de Carlos y que tanto le está afectando, sobre todo desde que saben que esa persona fue un asesino que mató a su madre y tiene una esquizofrenia galopante. Sus pesquisas algo atolondradas y no exentas de comicidad, tendrán éxito y lograrán saber exactamente la identidad de Alberto (Quim Gutiérrez), que trabajó en los salones de boda, donde se celebró precisamente a la que fueron ellos, comentada al inicio. Por allí pululaba su alma, que se introdujo en el cuerpo de Carlos, ya que trabajaba de camarero en dichos salones.


El asunto está en que la trama, que tampoco es que sea nada del otro mundo, que se mantenía correcta con su lado cómico hasta bien entrada la segunda parte del film, devendrá en un final que sorprende poco, aunque eso si, aclarará bastante toda la metáfora en la que se había convertido la historia. Que tenga que suceder un extraño fenómeno, para que las personas se den cuenta de que la vida que llevan no hace feliz a los que tienen a su alrededor, y que te soportan por el cariño de hace muchos años, es una lección que nunca debemos olvidar.
La apuesta de Berger es interesante aunque no acabe de cuajar del todo, se queda a medio camino, pero al menos hace algo distinto.


Os dejo con el traíler de esta interesante película, que ha sido preseleccionada entre las tres que optan a ir representando a nuestro país a los Óscars.


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